Uzbekistán: los desafios del próximo gigante de la uva de mesa

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Uzbekistán es el quinto productor mundial de uva de mesa y casi toda su producción la consumen en Rusia y Kazajstán. Su futuro dependerá, en buena parte, del acceso a nuevo material genético y a mejorar manejos de pre y poscosecha.

Puede ser roja, verde o negra. Puede tener semillas o ausencia de ellas. Puede que una misma variedad tenga dos o tres nombres, aunque finalmente todos la llamen Kish Mish, la ‘reina’ de las variedades de uva de mesa en Uzbekistán, el quinto productor global de uva de mesa, con producciones que casi arriban a 1,6 millones de toneladas. La importancia de sus producciones es tal, que el 95% de la fruta se envía a países vecinos como Rusia y Kazajstán, mercados cercanos que dependen de esa fruta para satisfacer las necesidades de gran parte de los consumidores.

Y es que, si bien Rusia hace una década inició un proceso de reconversión en sus campos, instalando huertos de manzanas, aceitunas, viñedos y hortalizas, el clima sigue siendo el menos adecuado para la uva de mesa, la que debe ser importada desde Uzbekistán y Armenia, aunque también arriba al país fruta ‘occidental’, pero no de Europa ni de Turquía, que hoy por hoy ha desviado sus producciones a Polonia, mercado donde compite con fruta de origen europeo (España e Italia) e incluso con uva peruana.

Los racimos pueden pesar entre 2 y 3 kg cada uno.

“Aunque es una fruta que no tiene la calidad de la que podría llegar desde otros orígenes, sí llega en grandes cantidades y se ha ido quedando con un mercado que antes era dominado por Turquía”, explica Óscar Salgado, asesor, especialista en uva de mesa, sobre un mercado que depende un 100% de la importación de uva de mesa. “Lo cierto es que la tecnología no es un activo que podamos decir que es una exclusividad. Así que atención con lo que pueda ocurrir con Uzbekistán y Armenia”, apunta Ricardo Maldonado, director comercial de Infruta.

Si bien las estadísticas no son del todo certeras, se calcula que Uzbekistán hay entre 75.000 y 90.000 ha de uva de mesa, la gran mayoría de Kish Mish que, con manejos básicos, se logran racimos que pueden pesar entre 2 y 3 kg. Sin embargo, lo más importante para esta uva que, en su gran mayoría es vendida como fruta ‘orgánica’, son los escasos problemas fitosanitarios. “Kish Mish tiene genes tolerantes o resistentes a mildiú y oídio. En terreno no vimos racimos que no tenían signos de ninguna enfermedad, tampoco los parronales. Y hay varios genetistas que han conocido en terreno de qué tratan estas variedades”, subraya Salgado.